jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Feliz año nuevo!

Como pasa el tiempo... una no se da ni cuenta y ya estamos a punto de jubilar un año más y recibir al nuevo. Nochevieja, ese ritual que no tiene desperdicio: te reunes con tus amigos, comes y, sobretodo, bebes sin parar, y a medianoche te embuchas glamourosamente doce uvas en la boca al ritmo frenético de doce campanadas. Aquí encontramos dos opciones: o te pasas la media hora anterior al ritual pelando y extirpándoles los huesecillos a las susodichas uvas, o acabas atragantándote y al borde de la muerte por asfixia, con o sin expulsión final de amasijo uvil babeado. Si te consideras una persona alternativa y transgresora, también puedes pasar de las uvas y hacerlo con lacasitos, que son mas pequeños y están más buenos. Los conguitos constituirían un nivel intermedio de dificultad, por lo que sería el cacahuete interno en sí mismo...

Después de las uvas, te emperifollas tan dignamente con tu matasuegras, tu gorrito, tu antifaz y un par de guirnaldas, y te largas por ahí, medio borracha, a acabar de pillar la cogorcia bien pillada, mientras encuentras y felicitas efusivamente a todos tus conocidos habidos y por haber (aunque te caigan como una patada en el culo). ¡Qué bonito! snif, snif... solo de pensarlo se me cae la lagrimilla de emoción...

Otro tema es que llega fin de año y, como siempre, una se plantea los buenos propósitos que piensa cumplir de cara al año próximo. Que el 2009 pasado está, pero en el 2010 aún podemos hacer algo de provecho, ¿no? Atención, aviso: los clásicos buenos propósitos podrían redactarse el mismo día 1 de cada nuevo año; pero, teniendo en cuenta el estado de resacón monumental que te suele obnubilar las neuronas en ese momento (dejándolas totalmente inutilizadas), yo recomendaría hacer la mencionada lista el día 31. No vaya a ser que la magnitud del resacón te deje catatónico hasta que hayan pasado los Reyes Magos y sufras la terrible desgracia de vivir sin buenos propósitos durante una semana...

Así que, a lo que íbamos... Antes de despedir el 2009, tras un acto de reflexión, autocrítica y concienciación interna, los buenos propósitos que pienso cumplir en el 2010 son los siguientes:

- dejar de fumar. Aquí se podría tener en cuenta el pequeño detalle sin importancia de que, de hecho, no fumo. Pero así voy a tiro fijo: como mínimo en 2010 habré cumplido uno de los propósitos y estaré motivada y superorgullosa de mi increíble capacidad para luchar y lograr mis objetivos en la vida... ¡Vivaaaa! Psicología pura y dura, simplemente.

- ir al gimnasio. Ya voy al gimnasio, pero siempre podría dejar de hacerlo y no volver a aparecer por allí, ¿no? ¿Y el mantenimiento de las buenas costumbres no se valora o qué pasa? Hay que tener en cuenta todos los factores... Si consigo seguir yendo regularmente durante el año que viene, no pienso quitarme méritos.

- dejar el alcohol. Ahora que lo pienso, esto me parece una postura muy radical: las cosas no tienen porqué ser del todo o nada, cualquier cosa es buena en su justa medida... lo dice la sabiduría popular. Así que voy a redefinir el concepto en "reducir la ingestión de alcohol". Esto lo veo más factible: reducir la dosis actual puede ser fácil, muy fácil...

- seguir una dieta sana. No pegarme atracones de chocolate aunque mis hormonas me lo pidan a gritos. Autocontrol ante todo. ¡Viva la fruta y la verdura! Mentalizarme de que el chocolate, los pasteles y los helados NUNCA me llaman ni me suplican por favor, por favor, que me los zampe, todo eran imaginaciones mías...

- no dejarme el sueldo en libros. Pienso concienciarme de que existen las bibliotecas y no caer en el síndrome consumista de arrasar con todas las librerías que encuentro a mi paso. Difícil, pero no imposible. Justamente ayer me auto-regalé un par de libros por la cara; pero ayer forma parte del año pasado, así que no cuenta...

- ser mejor hija. Tragarme todos los vídeos de viajes de mis viejos sin rechistar, y ver las tropecientas mil fotos pacientemente y haciendo algún comentario simpaticote de vez en cuando. Dejar que mi madre me cuente sus cosas sin morirme del aburrimiento y poner cara de interés máximo cuando me las explique. No dormirme.

- ser mejor persona: intentar comprender y empatizar con la gente que cuelga papas noeles en los balcones de sus casas. Tener paciencia con los pobres pringuis que celebran el jalogüín y buscar el lado bueno de la decoración navideña a tres meses vista. No quejarme de las cosas que podrían ofender a mi humilde inteligencia, seguro que todo es un malentendido.

- varios: estar más motivada en el curro, ser amable con todo el mundo, apuntarme a un cursillo de algo (igual podría acabar dominando el arte de tocar los cajones, quien sabe), aprender algún idioma nuevo (el sánscrito o el etrusco estarían bien) o mejorar mi espanglish...

- alcanzar la felicidad suprema y la paz interior. Para ello, creo que el primer paso consiste en eliminar mis obsesiones y paranoias recurrentes.¡ Fácil, yo creo que voy a lograrlo!! Sobretodo, no debería pensar tanto en bomberos... A partir de ahora se acabaron los temas bomberiles, para mí es un asunto acabado y olvidado.

Y bueno, en líneas generales, sería más o menos esto. No quiero pecar de ingenua, pero creo que se puede conseguir tranquilamente. ¡Esto esta hecho! ¡Al ataqueeeeee! Facilito, facilito, una se ordena mentalmente y consigue sus objetivos... si es que nunca entenderé porqué la gente se queja de no cumplir nos buenos propósitos...

Pues eso, que os deseo a todos un feliz año nuevo y que esta noche lo celebréis por todo lo alto. Y, hablando de años, ¿para empezar bien el 2010 no necesitaría imprescindiblemente un calendario nuevo? Por decir algo... ¿el de los bomberos? Voy urgentemente a ver si me lo consigo antes de que se agoten! ¡¡Calendario bomberos 2010, vivaaaaaaa!!

viernes, 25 de diciembre de 2009

¡Feliz falsedad!


No me gusta la Navidad. No me gusta nada. Lo único bueno que tiene son las vacaciones, pero ni así...¡¡ Navidá, navidá, falsa naviiidaaaaaá!! Vaya, que no le encuentro la gracia por ningún lado...

Se supone (para eso nos comen la olla al máximo con el tema) que debería ser una época de paz y amor, pero yo esto no me lo trago ni "jarta" de vino. ¿Paz? ¿Amor? ¿Donde? Vayamos por partes: primero (y ya hemos hablado anteriormente de ello) te toca, desde dos o tres meses antes, tragarte toda la parafernalia absurda de luces horrorosas, decoración hortera y villancicos infernales por las calles, vayas donde vayas. Ni en el desierto de Almería te salvas de encontrarte un Papa Noel subiendo por una farola con un altavoz a tope acoplado y una estrella de Navidad enganchada. Tanto machacarnos con el ahorro energético y la contaminación acústica (y aquí yo añadiría la visual) para esto. ¡Viva y bravo! Los ayuntamientos dando ejemplo, si señor... Sin contar el acribille mediático de anuncios de cosas "im-pres-cin-di-bles" que debes comprar para ser feliz, porque claro, si no las tienes, no serás digno de seguir viviendo... ¡Qué asco de consumismo!

Después, a medida que se acerca el momento, te toca pasarte una o dos semanas estresadísima: buscando regalos arriba y abajo, intentando salir viva de las tiendas a reventar de gente desesperada, peleándote con la señora de turno por llevarte la última "Varvi zorrón" y acabando histérica y agotada haciendo las tradicionales compras de última hora del día 24 por la tarde (porque, admitamoslo, la vida es así: hagas lo que hagas, acabas comprando cosas el día 24 por la tarde, aunque lleves un año de previsión para que no te pille el toro).

Todo esto no acaba aquí: el estrés "compracional" hay que combinarlo con las múltiples cenas -comidas - meriendas - desayunos de Navidad de antes de que llegue la Navidad. Desde el día 15 de diciembre o menos ya empieza el atracón colectivo. Con los del curro, con los amigos, con los del gimnasio, con los otros amigos, con los del club de petanca... todo el mundo tiene que montar su fiestorrón navideño, con la consecuente ingestión masiva de grasas y alcohol. ¡Que uno llega a la Navidad propiamente dicha con el hígado destrozado por la pre-Navidad! ¡Por favor! Y, que casualidad, de repente todo el mundo se lleva increíblemente bien y se aprecian un montón unos a otros, cuando la realidad es que igual no pueden verse ni en pintura... en fin, sin comentarios. Hipocresía en estado puro...

Después de todo esto, llega lo que sería la Navidad en sí misma: cenas y comidas familiares a porrillo, reparto de regalos inútiles por todos lados, días que pasan casi sin darte cuenta de que existes. De repente, parece que hayas retrocedido en el tiempo: la vida se limita a dormir, comer, tener conversaciones insustanciales con gente varia, volver a comer, dormir, comer, tomarse un sal de frutas Heno... y así hasta el infinito. Igualito que cuando tenías cero años, pero sustituyendo el biberón y la papilla por botellas de vino, cava y comilonas varias. Aquí podemos encontrar, básicamente, dos variantes:

- Si eres soltero/a:¡¡ felicidades!! Tienes mucha suerte: solo tendrás que soportar la pesadilla anual de ser sometido al clásico interrogatorio navideño por tus tíos, tías, tía-abuelas y similares (que, seguramente, ni te ven el pelo el resto del año)." Nena, ¿todavía no tienes novio? Pos yo, a tu edad, ya estaba casada, había tenido a mi Paquito y estaba embarazada de mi Trini...". "Nene, ¿aún no te han hecho fijo en el trabajo? ¿que es eso de ser becario? con treinta años yo ya era el encargado de mi empresa...". Y así hasta llegar al momento cumbre de la noche, cuando las peleas (y el tirarse en cara las putadas que se han hecho los unos a otros) desbancan cualquier otra conversación y acaparan toda la atención del personal, que además ya está plenamente bajo los efectos potenciadores del etanol, el elixir de la verdad. ¡Qué fiestón, amigos, qué fiestón!

- Si tienes pareja: ¡se siente! La Navidad no es la mejor época para los tortolitos. Te tocará, como mínimo en el mes de agosto, decidir y repartir qué días pasais en casa de quién. Ya sabeis: "pues si pasamos la Navidad en casa de tu madre, toca celebrar el Año Nuevo con los míos", "el año pasado ya celebramos los Reyes con tus primos segundos de Villa-conejos de Arriba, así que este año me toca a mí elegir dónde ir. Tengo unos parientes en Siberia que...". Y así hasta que llegue diciembre. Además, cuando estés en "territorio enemigo" te convertirás en la víctima de interrogatorios e intentos de cebamiento varios ("venga, come un poco más..." no seas rancio y traga: todavía puedes embucharte algo más antes de reventar! ¿qué te cuesta hacer feliz a una madre?); mientras que, en tu terreno, te tocará pasar la vergüenza ajena de ver a esos desconocidos que se autodenominan "tu família" en acción, acosando moralmente a tu pobre pareja, sin poder hacer nada para evitarlo... ¡Cuanta crueldad, señor!

Luego está el tema de los regalos: durante estos días te dejas una pasta en comprar cosas que, probablemente, no tienen nada que ver con lo que los demás esperaban recibir. Evidentemente, por fuera te pondrán buena cara mientras por dentro se preguntan qué coño te habrá inducido a pensar que les haría una gran ilusión tener una yogurtera o un trasto para hacer fondues... Por la misma ley universal, tú recibirás a cambio un montón de mierdas inútiles, que no te hacen la más mínima gracia. Si es que ya lo dice la canción: cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da... Pero tranquilo, que siempre podría ser peor: puede pasar que tú te dejes el sueldo en regalazos como diós manda y, a cambio, sólo recibas truñacos del chino de la esquina. Eso ya es para darse con un canto en los dientes, claro. Así que, hay que ver las cosas por el lado positivo: si te regalan una yogurtera, agradécela de corazón... podría ser uno de esos freakys gatos dorados que mueven la pata sin parar.

Y así podría seguir con cositas durante horas y horas... ¡Si es que es indignante! En mi humilde opinión, el supuesto buen rollo, paz y amor tendría que ser todo el año, y no sólo unos días concretos... Y los regalos, no hacerlos por obligación, sinó por gusto y cuando nos apetezca... Igual que las fiestuquis: cualquier día es bueno para pillarse una turca si se hace con alegría, hombre! Pero, para no enrollarme demasiado y convertirme en una plasta navideña (que para eso ya tenemos al Rey y su discursito de marras) lo dejaremos aquí. ¡Nochevieja y los Reyes dan para mucho más!

Así que: ¡Feliz Falsedad a todo el mundo! ¡ Y a disfrutar todos los días que NO son Navidad! ¡Vivaaa!

http://www.youtube.com/watch?v=hqPRD7pc4P4

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Emergencias III: curso de manejo de extintores


Estos últimos días he estado pachuchilla, con un gripazo encima que me ha dejado acoplada al sofá como si fuera un cojín decorativo más, y con las neuronas prácticamente en estado catatónico. Estaba tan débil y sin fuerzas que el domingo incluso me tragué "Bricomanía", sólo para ver como, por lo menos, otra gente hacía cosas (cosas bastante imposibles de hacer y, además, inútiles, pero cosas al fin y al cabo). Increíblemente, hoy ya estoy totalmente recuperada. ¡Recuperadísima! ¿Quien dijo virus? Me pregunto a qué se deberá esta recuperación tan milagrosa, pero claro, la vida tiene estos misterios...

Casualmente, en el curro, hoy teníamos un cursillo de manejo de extintores y extinción de incendios en laboratorios. ¡Qué gran suerte para la humanidad que me haya puesto bien de golpe! ¡Vaya una coincidencia afortunada! Lo digo por la prevención de riesgos laborales, la seguridad del laboratorio, mi formación como científica y como persona, y todas esas cosas. No porque se supusiera que en un curso de extintores los profes deberían ser bomberos, no... ¡Todo sea por el bien de la ciencia!

Pues cuando me enteré de lo del cursillo, hace un mes o así, me puse contentísima. Ya me lo imaginaba yo: un montón de bomberos dispuestos a enseñarme a agarrar bien la manguera y a descargar su extintor. No es tan fácil como parece; hay que ir con mucho cuidado si no quieres que el aparato se descargue incontroladamente. Y conviene focalizar los esfuerzos, porque en diez o quince segundos aquello ya se queda más seco que el Sáhara... Así que cualquier sacrificio es poco: si había que pasar por todos los bomberos para que la cosa me quedase clara, yo estaba dispuesta a hacer el esfuerzo. ¡Que apagar fuegos es un tema muy serio!

Total, que llevaba yo un mes contando los días para convertirme en una profesional de las mangueras y los extintores, cuando por fin ha llegado el gran momento, el día B (de bomberos enseñándome cosas). Pero al final el día B ha resultado ser un fracaso absoluto: lo más parecido que había a un bombero era el ayudante del profe, un abuelete de setenta tacos que llevaba una chaqueta roja y se dedicaba a pasarle el power-point. Por lo demás, ni rastro de los salvadores de la humanidad (y los gatos).

O sea que, en vez del paraíso terrenal que yo imaginaba, la cruda realidad ha resultado ser ésta: primero, más de dos horas de teoría (impartida por dos tíos que no eran bomberos y, en cambio, eran bastante pesados) donde se nos han explicado cosas tan apasionantes como que las mangueras de 40 mm solo puede manejarse entre dos o tres personas y por eso han sido sustituidas por las de 25. Eso por poner un ejemplo... También nos han pasado divertidos vídeos educativos de sofás en llamas (debía ser de escay, porque en tres minutos se ha quemado todo el comedor), hombres con bata haciendo experimentos tipo Flipy de "El hormiguero", etcétera. ¡Justo como yo esperaba!

Y al final hemos hecho las prácticas. Yo tenía la esperanza de que los bomberos viniesen entonces, a enseñarnos a manejar un extintor sobre el terreno, por lo menos... ¡pero no!. Ahí estaban otra vez, el profe y el ayudante de la chaqueta roja. Que igual sí que era un bombero, el hombre, yo no digo que no; pero debía ser de la primera promoción bomberil que existió en la historia de la erradicación de fuegos.

En fin, vayamos al grano. Para hacer las prácticas, nos han llevado a todos un terreno vacío, con una especie de barbacoa grandota enmedio, llena de líquido inflamable. La barbacoa (ellos la llamaban "plataforma" de simulación, que queda más profesional) estaba conectada a unas bombonas de butano. El tío de la chaqueta roja le daba a unos botones que controlaban el butano, la barbacoa se encendía, y entonces nosotros teníamos que apagarla con un extintor. El profe nos ha asignado números, iba llamando al azar y el que salía descargaba un poco el trasto, lo justo hasta sofocar el incendio (aunque yo creo que en verdad lo controlaba el hombre de la chaqueta roja con los botones aquellos...). Luego el mismo extintor lo usaba el siguiente, así que nos lo íbamos pasando como si fuera un... bueno, que nos lo íbamos pasando.

Total, que ha sido un rollo: los extintores pesan un güevo, y encima el profe nos metía prisas diciendo que teníamos que ser muy rápidos. Además, se ve que al agacharme a coger el trasto, he enseñado el tanga (por suerte me lo han dicho luego, que sino hubiese muerto de vergüenza allí mismo). Y para rematar la faena, el extintor de los cojones se me ha encasquillado y no he podido pararlo cuando tocaba. La barbacoa ya llevaba media hora apagada, y yo allí, con el extintor vaciándose incontroladamente, venga a salir polvo y mas polvo... ¡Si es que aquello era un no parar! Además, el profe me ha dicho que no he apuntado bien... ¡como para apuntar bien estaba yo! Pero bueno, hay que decir que el segundo intento me ha salido muy bien, y a día de hoy ya estoy hecha una profesional de los extintores. ¡¡Biiiieeeeeeén!! Si hay algun fuego cerca, tranquilos, chicos, que aquí estoy yo...

Claro que, pensándolo mejor, si me convierto en una experta apaga-fuegos, ya no tendré excusa para avisar a mis heroes. Cuando, por poner un ejemplo, accidentalmente, se incendie alguna botella de material inflamable del laboratorio, en vez de llamar a los bomberos para que vengan con sus uniformes, sus mangueras, su estilazo manejando los aparatos, su... vaya, que me tocará a mí descargar un extintor y listos. Pues vaya plan... Creo que, de repente, tengo amnesia selectiva: ¿como? ¿extintores? No sé de qué me estais hablando....


martes, 27 de octubre de 2009

Me lo temía...

Efectivamente, como tuve la gran suerte de comprobar en persona el otro día, mis peores sospechas se han confirmado. Después de ver a la gente prepararse para celebrar Jalogüín en septiembre, sólo podía pasar esto, era de esperar. La semana pasada, en pleno mes de octubre, iba yo tan incautamente al super a comprar, cuando, de repente .... ¡horrooooor! ¡polvorones por todas partes! Me refiero a polvorones de los de comer, claro, de esos que se te hace una pasta intragable en la boca, y que te comes uno y el resto de la caja acaba caducando en el armario de las galletas... un clásico.

Sí, sí: dos largos meses antes de Navidad (se dice pronto) ya estaban las estanterías de los supermercados a reventar de turrones, mantecados, papa noeles de chocolate.... Pero, ¿estamos locos, o qué? ¿Como puede ser esto? Si faltaban más de dos meses cuando lo vi... Yo, la verdad, ya no entiendo nada. Creo que cada vez estamos más desquiciados.

Pero, lo peor de todo, lo que más traumatizó a mi pobre mente incapaz de comprender horrores semejantes, fue el hecho de que varios papas noeles de chocolate ya habían desaparecido, dejando su hueco correspondiente en la caja. Por tanto, la conclusión a la que llego es la siguiente: la gente ya compra cosas de navidad, a dos meses vista. No sé, igual soy yo, que al ser rarita compro las pocas cosas de Navidad que consumo justo en lo que sería la época de Navidad mismamente... Debería ser más precavida y aprovisionarme antes de papa noeles de chocolate, no vaya a ser que se acaben... ¡menuda catástrofe quedarse sin!

Total, que ya me imagino a todos durante estos dos meses, venga a comer turrones y mantecados... A este ritmo, llegaremos a Navidad con el colesterol por las nubes y pesando cien kilos de más. Cuando la gente aún ni se ha recuperado de las vacaciones, van y nos acribillan con polvorones por todas partes. ¡Cuanta crueldad! ¡Joder con la sociedad de consumo!

Ahora sí que me temo lo peor, pero esta vez no me pillarán desprevenida. Estoy preparada para el duro golpe que nos espera, con todas las armas a punto para luchar contra este horrible ataque psicológico que nos acecha. Será duro, pero lo soportaré: de aquí a ver los jodidos papa noeles subiendo por los balcones no hay más que un paso.


martes, 13 de octubre de 2009

¡Vive y deja vivir!


Grrrr, grrrr, hoy estoy... ¡que muerdo! En pleno síndrome premenstrual, de una mala hostia increíble, y viendo el panorama que me rodea, no puedo evitar preguntarme inútilmente: ¿por qué a algunas personas les gusta tantísimo tocar los cojones al prójimo? ¿mmmmm? Interesante tema que puede dar mucho de sí... ¿Acaso no saben que existe una máxima muy sabia que dice: "Vive y deja vivir"? Pues parece ser que no, no lo saben. O, probablemente, no lo quieren saber...

¿No sería genial que las personas se ocupasen únicamente de sus asuntos y dejasen a los demás respirar tranquilos? Agua que no has de beber, déjala correr, déjala correr... Pero no: hay que hacer como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Aquí podemos ver una clara asociación de refranes populares que tienen en común, aparte de la temática gastronómica, el hecho de ser reales como la vida misma... ¡Aaay, cuanta sabiduría concentrada!

En mi mundo ideal, cada cual se dedicaría a lo suyo, con el respeto mutuo por delante.
En mi mundo ideal, los humanos no se darían por culo los unos a los otros (excepto en el respetable caso de tratarse de una actividad lúdica consentida por ambas partes, claro).
Y, además, en mi mundo ideal la egolatría desaparecería del mapa. Eso de pretender ser el centro de atención de todos a cualquier precio, sería considerado como una infantilidad propia de mentes inmaduras (que es lo que es), en vez de servir para obtener la esperada reacción por parte de los demás. Las personas compartirían recíprocamente y respetando límites, no parasitarían a sus pobres víctimas hasta dejarlas secas de autoestima...
Y, clarísimamente, en mi mundo ideal habría bomberos, muchos bomberos por todas partes.

Sería genial, un mundo así: cada uno centrado en sus cositas, en vivir su vida, en decidir libremente qué hacer (sin putear a los demás, claro), en fluir y ser feliz, en estar satisfecho consigo mismo... y, por supuesto, sin tocar los güevos ajenos. ¡Oh, qué paraíso terrenal! ¡El mismo cielo aquí en la tierra! ¡Mi sueño hecho realidad! Y si encima los bomberos se viniesen a entrenar cada día al mismo gimnasio que yo, ya no necesitaría nada más para vivir en estado de gozo perpetuo... ¡uuaauu, que más se puede pedir!

Utopía pura y dura, claro. Porque, lo que es ahora, nos encontramos cada día con un montón de tocapelotas que no se paran ni un segundo a pensar lo que están haciendo ni a quién están machacando. Y, en muchos casos, ni siquiera lo hacen para obtener un beneficio propio (cosa que igual podría llegar a entender), sino simplemente por capricho, para subir su penosísimo ego o por el mero gusto de joder a los demás. Para colmo de males, no hay suficientes bombero en el mundo mundial (yo lo digo para compensar este triste efecto negativo, más que nada...).

Por desgracia, estamos rodeados de personas que se creen mejores (o con vidas más interesantes) que sus congéneres. Estos parásitos del tiempo, la atención y los sentimientos ajenos, piensan, egoístamente, que el resto de los mortales hemos venido a este mundo para satisfacer todos sus caprichos, escuchar sus lágrimas de cocodrilo y dorarles la píldora... Y encima tendríamos que estar agradecidos por ese gran honor, claro. Personas que, pese a tenerlo todo y bajo un falso aire de inocencia, insisten en marear la perdiz y meter cizaña donde no les incumbe, quizá porque no saben valorar y agradecer las cosas buenas que les ha dado la vida. Quizá porque, aunque aparentemente lo tengan todo, les falta lo más esencial: el respeto y el amor hacia uno mismo. Si no, es que no me lo explico...

Pero bueno, dejémonos de dar alas a toda esta energía negativa: por suerte también existe gente que no es así, sino todo lo contrario. Los bomberos, por poner un ejemplo. Siempre dispuestos a apagar un fuego con su manguera o a bajar un gato del árbol...¡aaaah, que gran ejemplo para la humanidad! ¡Cuanta bondad concentrada en un solo cuerpo!

En conclusión y para terminar, yo sacaría una versión actualizada y personalizada del refrán: en cuestión. Sería algo así: "Vive y deja vivir; folla y deja de joder". Para los interesados en las filosofadas de la vida, ahí queda eso...

miércoles, 30 de septiembre de 2009

¡Salvemos la castañada!


La semana pasada, en pleno mes de septiembre, estaba yo tan tranquila degustando un vinito cuando, de pronto, mis ojos se posaron horrorizados en el escaparate de la tienda de enfrente, encontrándome con el siguiente panorama desolador: ¡aquello estaba decorado para celebrar Jalogüín! ¡Horrooooor! (horror por lo chungo del hecho en sí, no porque diese miedo, claro...)

Hasta ahora pensaba que esto de taladrarnos y ambientarlo todo mucho antes de una fiesta determinada, sólo pasaba con la Navidad. Recuerdo que, hace años, se ponían las luces navideñas en las calles una semana antes de las fiestas; pero lo que es ahora, te las colocan con dos meses de antelación. Y de los villancicos sonando a todo trapo, ya ni hablemos. Encima luego nos dan la brasa con el tema del ahorro energético... ¡si es que manda güevos! Podrían aplicarse el cuento.

Pues no: ahora también hay que machacar con el Jalogüín mucho antes de que llegue el día, para no ser menos. Si no me equivoco, el Jalogüín ese coincide con Todos los Santos, o sease, el primero de Noviembre. Así que ya veis: empiezan pronto. A este paso me veo celebrando la Semana Santa en enero y la verbena de San Juan en abril. Si es que todo es relativo, claro, el tiempo incluido...

Además, no estoy nada de acuerdo con esto de sustituir la tradicional Castañada catalana por una calabaza agujereada y una fiesta de disfraces feotes...Seamos realistas: aquí lo que se lleva son las castañas calentitas, no las calabazas horteras. Así que, si no queda más remedio que apechugar con las tonterías yanquis que nos estan invadiendo, como mucho aceptaría una fusión jalogüín-castañada: hacer castañadas con la gente disfrazada de simpática castañera (que también da bastante yuyu, el disfraz) o de boniato asado (que no deja de ser una patata dulce caliente, si es que entre castañas y patatas...), o de panellet. Si me apuráis, alguien podría ir de botella de moscatell gigante. Yo creo que algo así quedaría bastante apañado, y además ahora se llevan mucho estas cosas de fusionar estilos diferentes. ¡Y así todo el mundo contento!

En fin, que viendo a la gente preparándose para el Jalogüín cuando yo todavía voy en manga corta, me temo que el 2 de noviembre empiecen a aparecer por la calles las horribles luces de Navidad de cada año, y, mucho peor aún... esos escalofriantes papas-noeles terroríficos que suben por los balcones. ¡Aaaaaaargh! ¡Eso sí que da miedo, y no las calabazas! Solo de pensarlo, me entra el pánico... Uf, que mal rollito. Y es que ya lo dice el refrán:
" Los papa-noeles subiendo por los balcones,
tocan mucho los coj..."

¿Que no existe un refrán que diga eso? Bueno, pues los tiempos cambian: ahora ya sí.

viernes, 4 de septiembre de 2009

El anillo de castidad



Parece ser que en yanquilandia, cuna del frikismo, cada vez está más de moda lucir el llamado "anillo de castidad". Que quede claro: no es un cinturón de castidad, sino un anillo. Y se lleva en el dedo. No os confundáis...


Este "anillo de castidad" es parte de un movimiento evangélico cristiano que se originó en los Estados Unidos, llamado 'The Silver Ring Thing', que comenzó hace menos de una década y promueve el llegar virgen al matrimonio, contando ya con unos 100 mil seguidores en el mundo. El anillo en cuestión puede llevar grabada la siguiente inscripción: «Dios os quiere santos y completamente libres de la inmoralidad sexual». Vaya tela...

Ni que decir tiene que, personalmente, me parece increíble que alguien pretenda alardear de ser virgen hasta el matrimonio. En mi humilde opinión, ya es bastante traumático llegar a según qué edades sin estrenarse, como para encima llevar un anillo que lo proclame a los cuatro vientos. Pero bueno, hay gustos para todo... Además, lo básico: ¡matrimonio no equivale a amor! ¡Nooooo! ¿y hay que casarse por cojones para demostrar el amor? ¡Claro que no! Con lo bonitas y divertidas que son las demostraciones de afecto...vaya una forma de reprimir a la peña, cuanta crueldad concentrada en una sola joya!

Esto vendría a ser un poco así como el Anillo Único del Señor de los Anillos, pero simbolizando el no pillar. Yo aquí encuentro un claro paralelismo inverso. En el Señor de los Anillos, quien llevaba puesto el Anillo Único demasiado tiempo acababa desquiciado de la olla, y en el caso que tratamos es al revés: primero hay que estar un poco taradillo y después acabas llevando el aro en cuestión. Si es que la falta de sexo no puede ser buena; está comprobado que uno de los efectos secundarios de la abstinencia consiste en que las neuronas no coordinan y se acaban haciendo estas tonterías...

Pues eso, que no encuentro nada lógico pretender llegar virgen al matrimonio y estar orgulloso de ello. Dejando a un lado que algunos y algunas no creemos en esta santa institución y no pensamos casarnos nunca (y entonces, ¿qué? ¿toda la vida a dos velas, sin mojar?¿mmm?), existen otros motivos de peso: primero, verificar la calidad y la eficiencia del material. Siempre es mejor asegurarse de que un producto no tiene taras, o que te queda bien, o que realmente es lo que tú quieres antes de adquirirlo, ¿no? Cuando vamos a comprar algo, nos lo probamos primero o nos aseguramos de que funciona bien. Y esta validación previa se vuelve más importante a medida que el producto evaluado es más caro, valioso o tiene que durarnos más tiempo. Por eso: ¡¡hay que comprobarlo antes!! Que luego llegan las sorpresitas... y en según qué casos, las devoluciones pueden resultar muy, muy problemáticas.

Además, puede que seas una persona exigente y no quieras quedarte con lo primero que encuentres durante toda la vida, sino que prefieras probar uno y después probar otro, y todos los que haga falta, hasta encontrar lo que buscas exactamente. O que quieras disfrutar del producto durante un tiempo, pero no para siempre; más que nada para no acumular ni ocupar espacios innecesariamente (que hoy en día, los pisos son muy pequeños y hay que amortizar al máximo el sitio). Por ejemplo, esto pasa con los libros: para eso existen las bibliotecas, ¿no?. Coges un libro, lo lees y lo retornas. Así puedes leer el máximo de libros gastando el mínimo dinero y sin ocupar espacio. Y si no te gusta, lo devuelves y no tienes que apechugar con él en tu estantería durante toda la vida. Por otro lado, si alguno, después de leerlo, te gusta tanto como para quedártelo, entonces te lo compras y listo. Y si decides libremente leer el mismo libro durante toda la vida porque te encanta y solo te interesa ése, pues perfecto. Así que está claro: cuanto antes empieces a disfrutar de la lectura, mejor que mejor...

Lo que más me llama la atención, no obstante, es lo siguiente: el 88% de los que llevan el anillo de castidad no llegan a cumplir su promesa. Así que, ¡aún hay esperanza! Si es que cuando las hormonas se disparan, no hay nada que hacer: lo que manda, manda. Y creo que el 12 % que se mantiene virgen lo consigue porque sería un pringado igualmente, con o sin anillo. Pero queda mucho mejor decir que tú eliges esa opción antes que admitir que no te comes una rosca, claro...

Yo les recomendaría a todos estos fans de la castidad que pasen del susodicho arito y prueben otro anillo mucho más divertido: el anillo vibratorio. No se pone en el dedo, eso es lo que tiene... Pero seguro que les da muchas más alegrías que el otro. ¡¡Abajo el anillo de castidad!! ¡¡Viva el anillo vibratorio!! Si es que, ya lo digo yo: con solo cambiar la localización anatómica de un simple aro, el mundo podría ser un lugar mucho más feliz. ¡Ahí queda eso!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Emergencias II: ¡simulacro de incendio!

Esto de los simulacros es un no parar... Si ya tuve el gran honor de asistir a uno en el gimnasio de la uni, también el centro donde trabajo se sumó a la moda del catastrofismo colectivo poco después. Así que ahora tenemos un fantástico plan de emergencias que aplicar en caso de incendio, terremoto, nube tóxica, amenaza de bomba... y todas esas cosillas que pueden pasar habitualmente. En resumen y según mi punto de vista, el susodicho plan consiste básicamente en salir pitando, aunque para decir esto tan simple hace falta, oficialmente, un tocho de trescientas páginas explicándolo de forma incomprensible.

Primero, para perfeccionarnos en esto de las emergencias y saber cómo actuar, asistimos a un seminario en el cual nos explicaron algunas cositas básicas. Yo esperaba que, lógicamente, el conferenciante fuese un bomberazo bien curtido en estos temas... pero no: era una tía, y encima, embarazada. ¡Si es que esto es muy poco serio! ¿Como voy a aprender algo si no me lo enseñan profesionales cualificados y bien preparados? Y que hayan experimentado previamente en la materia, que si no... mucha teoría y poca práctica, eso es lo que pasa.

De esta conferencia tan apasionante lo único que recuerdo (supongo que me marcó) es que existen los extintores "de polvo", y que hay que agitarlos antes de usar, porque sinó el polvo no sale. Se ve que, de no usar el aparato, aquello se queda acumulado en el fondo. También me quedó grabado que un extintor se descarga muy rápido, en diez o quince segundos. Esto me supuso una gran decepción, porque yo me había imaginado usando uno y, en mi ingenua mente, aquello era un no parar, venga a extinguir y a extinguir, sin agotarse nunca... Pero parece ser que no: diez segundos y adiós, vaya un chasco. Con eso no puedes ni apagar una triste cerilla en llamas... Encima, nos lo explicaron, pero no vino ningún bombero a enseñarnos a hacer prácticas de extinción, que hubiera sido lo suyo. Yo que ya me imaginaba rodeada por los brazos de un fornido bombero, con el trasto en las manos y el tío enseñándome a usarlo. Un poco así rollo "Ghost", pero en vez de cerámica, con extintores... ¡¡Aaaaay!! ¡mi gozo en un pozo!

Otra cosa que recuerdo es que, si te llaman por teléfono para hacer una amenaza de bomba, tienes que darle paliqueo al individuo en cuestión. Hay que mantenerlo al teléfono el máximo tiempo posible, así que ya se sabe: a taladrarlo! No sé, supongo que diciendo lo típico: "Hola, chato...¿y, aparte de poner bombas, que otras aficiones tienes?","¿Estudias o trabajas?", "¿qué ropa llevas puesta?"... Lo importante es entretener al susodicho, todo sea por una buena causa.

Después de este informativo seminario, el siguiente paso fue realizar un simulacro de incendio, para practicar el plan de evacuación del edificio. Resumiendo, este plan consiste en: a) se detecta un supuesto incendio, b) se activa la alarma general del edificio, que indica evacuación, c) dos personas encargadas de cada planta se ocupan de hacer salir a todos, y d) todo el mundo se reune en un punto de reencuentro concreto del campus para ver si falta alguien.

En nuestro caso, debía haber, como mínimo, una persona en cada laboratorio con los aparatos en marcha, para ver si la alarma es eficiente y se oye bien en todos los rincones del edificio, aunque haya ruido. Personalmente también me tocaba probar la puerta de emergencia de nuestra planta, que no se había usado nunca.

Pues bien, el día D a la hora H, todo el mundo estaba en sus puestos, esperando la señal. Una ilusión! Esto de fingir que hay un incendio es de un emocionante... con la adrenalina a tope, el peligro corriendo por las venas, la capacidad de reacción del ser humano puesta a prueba en una situación límite. Pero bueno, lo que, en mi experiencia, pasó, fue lo siguiente:

- en mi laboratorio no se oía la alarma. Cómo me aburría más que Homer Simpson en la central, salí al pasillo a buscar a alguien con quien pasar el rato y entonces la oí, que si no, todavía estaría allí esperando (hasta que el encargado de evacuarnos, con el chaleco fosforito, hubiese venido a echarme)...
- la puerta de emergencia de mi planta, por donde yo tenía que salir, no se abría. Estaba como sellada desde fuera o algo así... en fin, no sabría decirlo. Total, que tuve que dar toda la vuelta y salir por la puerta delantera, con lo cual perdí un tiempo inestimable. Llegué la última al punto de encuentro, no digo más. Hasta la tortuga que tenemos como mascota había llegado por su propio pie...

Conclusión: si aquello hubiera sido un fuego real, yo hubiera quedado más carbonizada que una chuleta en la barbacoa de un cocinillas. Ahora sería puramente un trozo de carbón, un triste amasijo de cenizas... ¡snif, snif! Una víctima más del avance inexorable de la ciencia.

Y, el colmo de todo, la mayor tragedia, lo peor que podía suceder: ¡¡ avisaron a los bomberos para que NO viniesen!! Les dijeron que, si alguien del edificio, por casualidad casual y sin tener en cuenta que sólo era un simulacro, los avisaba, no hicieran caso, aunque gritase como una histérica. ¿Pero qué es esto, señores? Un simulacro tiene que ser lo más parecido a la situación real, ¿no? Por tanto, los bomberos TENÍAN que venir! ¿Que es esto de tergiversar la realidad de esta manera? Total, que acabé indignadísima. ¡Habrase visto! ¡Un incendio sin bomberos es como un bocadillo sin pan! Un pequeño detalle como que no hubiera fuego no puede acabar con los sueños de un montón de becarias... ¡Que injusta es la vida!

En fin, que, visto el éxito, habrá que repetir el simulacro. Y espero que esta vez la cosa sea más real y vengan los bomberos... ¡Un poco de responsabilidad, las cosas hay que hacerlas bien! A ver si voy a tener que pegarle fuego al edificio para que aprendan a hacer las cosas como Dios manda, hombre!

miércoles, 26 de agosto de 2009

Contradicción


No sé si será por el efecto del calor, que me está derritiendo el cerebro, pero últimamente las pocas neuronas que me quedan intactas, libres de intoxicación etílica, se dedican a bombardearme sin tregua. Las muy desagradecidas me machacan sin piedad con un arsenal de cuestiones "transcendentales" y filosóficas que nunca antes me había planteado...

Por ejemplo, el otro día: estaba hablando con Gemma sobre saltar en paracaídas, cuando me di cuenta de que, por un lado, me muero de ganas de probarlo y saber qué se siente, pero por otro no saltaría de un avión en marcha ni loca. Capaz sería yo de tirarme con la mochila de ir a hacer el cabra a la montaña, con el bocata de tortilla y la cantimplora dentro, en vez de con el paracaídas en cuestión. Por suerte estas cosas no suelen pasar, ya que la primera vez te obligan a saltar (iba a decir "tirarte", pero suena fatal) acoplada a un tío que va pegado a ti por detrás... Pero veo que, como siempre, me estoy desviando demasiado del tema, así que dejaremos la explicación del salto en paracaídas para el blog de Gemma, que es la experta (y ahora, unos segundos de publicidad: http://alfinaldelprincipi.blogspot.com).

Volviendo al tema, eso me llevó a darme cuenta de que esta coexistencia de ideas contradictorias en mi alborotada mente es un hecho bastante habitual... sólo que estoy tan acostumbrada a ello, que incluso lo había pasado por alto: lo encuentro normal, pero claro, también me parece muy extraño.


La cuestión es ésta: soy capaz de opinar dos cosas contrarias (y excluyentes) a la vez. No se trata de algo tan simple como la indecisión de pensar primero una cosa y a los dos minutos cambiar de opinión y pensar otra, y así hasta el infinito, no... Se trata de pensar ambas simultaneamente, en el mismo momento y durante períodos prolongados de tiempo.

Tampoco es que no tenga las cosas claras y, al no estar segura, no me decida por una u otra opción y por eso coexistan: es que lo tengo clarísimo, me decido rotundamente por las dos. Y no hay nada que hacer...


Cómo me llamó la atención esta curiosidad, se lo comenté a Mari, otra amiga, y ella lo encontró muy lógico: “Normal: eso te pasa porque eres géminis”, y se quedó tan ancha. Pero claro, a mí no me parece una explicación demasiado válida... Y es que, como buena geminiana, no creo en esto del horóscopo. Ya se sabe que los géminis necesitamos explicaciones algo más científicas y racionales para las cosas. Así que no coló.

Esto me lleva a pensar que estoy un poco taradilla, pero claro, ¿y quién no? Total, que a falta de bomberos, a partir de ahora este humilde espacio se convertirá en un blog exclusivamente de ralladas mentales y paranoias metafísicas absurdas. Voy a ser la fuente de las reflexiones más profundas e intelectuales, y centrarme en temas puramente espirituales o racionales. No habrá sitio aquí para lo superficial, materialista, banal y chabacano... Pero no por ello perderé de vista el objetivo original de buscar mangueras y bomberos de forma obsesivo-compulsiva, claro. Eso me recuerda que pronto tendré que pasar la página del calendario bomberil; me pregunto (duda existencial) si el mes de septiembre estará bien o muy bien... Si es que, pudiendo pensar dos cosas, ¿para qué limitarnos a una?


lunes, 24 de agosto de 2009

Rincones

Las vacaciones son geniales, pero tienen un problema gravísimo asociado: que se acaban. Sí, sí. Cuando ya has olvidado incluso cómo te llamas y te has acostumbrado a hacer cada día lo que te da la real gana... toca volver! Que mal montado, ¿no? La mente humana no está diseñada para soportar estos traumas psicológicos tan bestias, ya lo digo yo... Tendríamos que hacer vacaciones más a menudo, para minimizar el impacto, más que nada.

Estas vacaciones he estado tan desconectada que no he tenido tiempo (ni ganas) de escribir ni una miserable entrada en el blog. Buena señal, claro. El tiempo ha volado, como suele pasar cuando te estás divirtiendo, disfrutando y haciendo las cosas que te gustan.

Básicamente, he estado en mi tierra natal. La primera semana fue la fiesta mayor, y pillé el ritmo fácilmente: salir por la noche, dormir toda la mañana y gandulear por la tarde en la playa o en alguna terracita. He visto a todas las amistades que tenía un poco abandonadas con el trajín habitual y, por supuesto, no podía faltar a mi cita anual con el garrafón de barracas en fiesta mayor. Sería un sacrilegio! Y pegarse unos bailoteos con las orquestas pachangueras o los grupos locales, tampoco podía faltar (sobretodo si antes has cumplido con el ritual del garrafón, claro).

Aparte de eso, estos días de libertad he descubierto algunos rincones. Rincones inexplicables, únicos y donde vale la pena perderse, aunque sólo sea durante un rato. En el mar o en la montaña; entre rocas a 3000 metros o junto a las olas, no hay que dejar pasar la oportunidad de explorar, descubrir, admirar y sumergirse en estos lugares llenos de un encanto tan y tan especial. Estamos rodeados de tesoros, y a veces no nos damos ni cuenta...







He pasado tres semanitas de buena vida, y ahora el retorno va a ser muy duro... pero no tanto. Porque, para evitar la tragedia, me he guardado un as en la manga: una semana más de vacaciones a mitad de septiembre. Biiiieeeeen!! Así, aunque acabo de volver al curro, tengo la ilusión de que lleguen las vacaciones de nuevo; esto es como entrar en un bucle de esperanza perpetua. De esperanza, de entusiasmo y de ganas de seguir descubriendo nuevos e interminables rincones.

domingo, 26 de julio de 2009

Efectos retardados (II): la historia continua


Humildemente, desde Becaria busca Bombero, debo agradecer a la humanidad que la capacidad para sorprender al prójimo de algunas personas no tenga límites. Como habrá notado todo el mundo (o séase, las pocas personas interesadas en este blog), llevaba un montón de días sin escribir nada. Falta de inspiración, sequía mental, el típico bloqueo, la paranoia de la hoja en blanco... llamadle cómo queráis. Pero el hecho era que, ni me apetecía escribir, ni se me ocurría la mas miserable historia, anécdota o reflexión metafísico-paranoica que contar. Cualquier parida hubiera sido suficiente, pero ni así. Que el desierto del Sáhara era un vergel comparado con la sequía de mis neuronas, vaya...

Pero se acabó: por fin el universo me ha concedido material suficiente para plasmar en papel (o en pantalla); aunque sea material de "papel couché" o de cotilleo puro y duro. Antes que nada, quiero remitirme a cierta entrada del inicio de los tiempos, titulada "Efectos retardados". Concretamente, para quien no sepa de qué estoy hablando, aconsejo leer el siguiente link antes de continuar: http://becariabuscabombero.blogspot.com/2009/03/efectos-retardados.html

En su momento, ya aluciné bastante debido al ilógico comportamiento espacio-temporal del macho en celo, pero la cosa no acaba aquí... Yo ya no sé si es que: a) no me explico bien, b) los tíos no escuchan una mierda de lo que se les dice, o c) cada persona vive en una realidad alternativa a la de los demás y, individualmente, no nos enteramos de la película porque todos pensamos que nuestro mundo particular es lo único que vale. Intuyo aquí un potencial tema de discusión filosófica, pero no voy a entrar en ello para no pegaros el tostón. De nada, sabía que lo agradeceríais...

Así que centrémonos: la cuestión es que, cuatro meses después de recibir el insinuante sms donde creo que se pretendía tirarme los tejos tras cuatro años de inactividad, la historia continua. Situación: 26 de julio, madrugada del sábado al domingo. A las 6:30 de la mañana recibo un sms. Inicialmente, con las neuronas aletargadas, pienso que es una de mis amigas, a la cual le gusta ir a la playa a las siete de la mañana, y que tiene el detallazo de avisarme por si quiero ir (aunque ayer le dije que saldría por la noche y era fácil deducir que no estaría para playas ni hostias a esas horas...). Pensamiento muy lógico teniendo en cuenta que, hasta ese momento, yo estaba sobando como una marmota... como una marmota es poco, diría yo: pongamos como un lirón.

Pero bueno, ante todo hay que mantener las formas. Así que, medio dormida, he abierto el sms con la intención de responderle educadamente que no me apetecía ir a la playa a las siete de la madrugada... rarita que es una, ya se sabe. Y entonces:¡¡oh, sorpresa!! ¡¡ No era mi amiga!! Era uno de mis "amigos" del viaje a Egipto, concretamente el que quería hacer una caracolada conmigo en el mes de marzo, después de cuatro años sin notícias suyas.

El sms tampoco tiene desperdicio, así que, con todo mi agradecimiento y admiración hacia su redactor, lo transcribo literalmente:

"Hola gironina. Ya sé que quieres estar sola y que no quieres novio a cambio de camellos, pero estás buenísima y en la comarca de X faltan mujeres como tu! Viva las rubias gerundenses de buen ver y curvas imposibles!"

En fin... creo que no hace falta añadir nada, ¿no? X es cierta comarca que mantendré en el anonimato por respeto y por no fomentar la fama de los hombres de esas tierras. Y también para no ofender a las mujeres de por allí, claro. Si es que hay alguna, porque tal como lo pinta, suena parece que la cosa está muy, pero que muy malita... Hay que decir que, en parte, sube la moral que le digan a una cosas así. Pero claro, teniendo en cuenta que hace cuatro años que no me ven el pelo, y que las curvas en cuestión podrían haberse convertido en montañas de grasa y michelines sin fin, la cosa pierde parte de su mérito. La esperanza es lo último que se pierde, claro, y ellos continúan con su fe en mi. Y con la obsesión de cambiarme por camellos...

Por otro lado, eso de que en su comarca falten mujeres como yo, suena un poco al rollo ése de montar caravanas de hembras para los machotes de los sitios (normalmente situados en la quinta puñeta) donde van apuradillos y faltos de compañía femenina. De hembras fuertes y en edad fértil que les ayuden en sus negocios (normalmente, granjas o por el estilo) y críen sus churumbeles para continuar con la estirpe de hombres rudos y toscos que viven al margen de la civilización. Pues, la verdad, tendré que planteármelo. Igual alguna chica-mujer-fémina en edad de merecer y harta de los ajetreos de la ciudad estaría contenta de ser recibida en una comarca así, donde las mujeres van tan codiciadas... Es que da hasta penilla: unos tienen el pan, otros el chorizo, y todos con hambre. La sabiduría popular, cuanta razón tiene...

Pues eso, que, desde Becaria busca Bombero me estoy planteando muy seriamente el hacerme embajadora del amor para esa bonita comarca X necesitada de hembras. Y en vez de dedicar mis energías a buscar bomberos para las becarias, ponerme a localizar y enviar en procesión a hermosotas mujeres para los pobres tíos faltos de cariño de allí. Por solidaridad y altruismo, nada más. ¿No sería bonito? snif, snif... es que me emociono solo de pensarlo: yo, haciendo felices a miles y miles de personas... ¡aaaaiiiix, que bien suena! ¡ Y a ver si así dejan de una vez de intentar cambiarme por camellos, joder!!



viernes, 26 de junio de 2009

Cosas que quemar en la hoguera


Hace unos días fue San Juan, el solsticio de verano, la noche más corta del año. La noche de las brujas (digan lo que digan los yanquis y su "jalogüin").

Siempre he sentido mucha simpatía por las brujas. No me refiero a esas come-ollas que se anuncian en la tele y te echan las cartas a noventa por minuto sólo para acabar diciéndote una sarta de tonterías, no... Yo quiero decir las otras, las de verdad. Esas mujeres libres que vivían tranquilas y autosuficientes en medio del bosque, en una cabaña repleta de libros incomprensibles, con su sombrero puntiagudo y su gato negro. Y la escoba voladora para darse un garbeo de vez en cuando, claro... Me gustan. Conjuros ininteligibles, magia concentrada, pócimas secretas. Bolas de cristal, lunas siempre cambiantes, siluetas recortadas contra las estrellas. En fin, esas cosillas.

Cuenta la leyenda que, en la noche de San Juan, cuando por fin se apagan las llamas que han estado ardiendo desde la medianoche, tienes que pedir un deseo y saltar por encima de las brasas de la hoguera...sin bragas. Entonces, si has seguido este ritual, tu deseo se hace realidad.

El caso es que, cierta noche de San Juan de hace ya bastantes años, salté sin bragas por encima de la hoguera (apagada, claro, que si no...). Y el ritual en cuestión resultó ser un fiasco: a día de hoy, todavía sigo esperando que se me cumpla el deseo. Desde que lo pedí se han producido varios amagos de cumplimiento, pero al final la cosa siempre acaba resultando un pufo. De hecho, la leyenda tampoco especifica cuanto tiempo tarda en hacerse efectiva: igual cuando esté en el asilo con noventa tacos mi deseo se hará realidad. Así que tampoco se puede reclamar nada...
Consejo: si haces este ritual, mejor que vayas bien depilada. Siempre puede saltar alguna chispa imprevista, y el pelo prende muy rápido... Excepción: si tu deseo es que vengan los bomberos, entonces mejor que no te depiles desde la navidad anterior, como mínimo.

Entonces, hace ya un tiempo, decidí que se acabó eso de esperar a que se cumplan mis deseos mirando desde la barrera. La cuestión es: sea San Juan o no, mejor te enciendes tu propia hoguera y quemas en ella todo ese montón de basura inerte acumulada que estarás encantada de chamuscar. Puedes quemar, entre otras cosas:

Idiotas complejos que no sirven para nada más que mortificarte inútilmente.
Antiguos prejuicios que no han de llevarte a buen puerto.
Costumbres obsoletas, convencionalismos e imposiciones absurdas. Eternas esperas de valoraciones innecesarias...
Comparaciones insustanciales, donde siempre te llevas la peor parte. Y, sin embargo, al otro lado de la verja el césped está reseco y apagado; medio muerto.
Cavilaciones estériles que sólo consiguen llevar al borde del suicidio a tus pobres neuronas enloquecidas. Y agotar tus últimas reservas de energía...
Nubes negras que amenazan tormenta y suenan a hueco. Máscaras descoloridas que buscan caer.
Lastres que te impiden disfrutar de tu oro.
Palabras que se llevó el viento. Gotas de mar.
Cuentos de nunca acabar.
Mares embravecidos estrellándose contra la roca, una y otra vez...
Miedo a los miedos. Cadenas.

Quémalo todo. Todo. Exorciza tus demonios, contempla a los fantasmas retorciéndose en las ardientes llamas liberadoras. Y dedícate a cumplir tus deseos por ti misma. A hacerte realidad. A reinventarte cada día. Y cuando se haya consumido en la hoguera hasta la última gota de bilis negra, el fénix resurgirá renovado de sus cenizas. Batiendo sus alas, ingrávido, hacia nuevos horizontes. Con o sin bragas.

jueves, 11 de junio de 2009

Si no tienes féisbuc, no eres nadie


Creo que al final voy a caer en la trampa. He intentado resistir con todas mis fuerzas y mantenerme firme, fiel a mis principios, pero soy débil y no sé si podré aguantar mucho tiempo más. Me precipito hacia el desastre inexorablemente: tendré que hacerme un féisbuc de esos... Como me dijo un día Meritxell, "Si no tienes féisbuc, no eres nadie". Realmente debo de ser la única persona menor de setenta años que no lo tiene... Si hasta el Papa de Roma tiene uno!

No estoy muy curtida en este tema, porque nunca me ha interesado demasiado, pero por lo que estoy viendo a mi alrededor la cosa funciona más o menos así: tú te abres una cuenta de féisbuc (perdón: en feisbuquiano se llamaría "perfil"), con tus datos personales y tu "afoto". Hay dos variantes muy frecuentes en cuanto a la "afoto" que aparece en el perfil:
a) foto artística-profunda-intelectual de alguna cosa supuestamente original (y que no eres tú), para que se vea lo poco egocéntrico y lo muy especialito y diferente a los demás que eres. Véase: objetos, muñecos, dibujos animados, logos, vehículos, animales...
b) tú en la mejor foto que puedas encontrar: con todos los truquis posibles para quedar bien, escondiendo los defectos, enfocando tu lado bueno, con dos kilos de pote en la cara, ropa sexy, enseñando carne prieta, en posturas tan supernaturales que parece que te vayas a descuajaringar vivo/a, haciendo unos retoques de nada con el fotoshop... en fin, mostrando al mundo lo mejorcito de ti. Hoy en día el márketing lo es todo, hay que venderse como sea. Poca gente pondría una foto de su careto recién levantado, con el michelín asomando por debajo del pijama de felpa y las ojeras tipo oso panda en plena jeta.... La vida es dura, hay que sobrevivir como sea en la jungla de la sociedad! Con todo, nos olvidamos de que, los que ya nos conocen, saben perfectamente cómo somos; y los que no nos conocen, quizá se peguen un buen susto si algún día llegan a hacerlo.

Los que se inclinan por la variante de "foto personal donde se muestra lo bueno/a que estoy" pueden optar por alguna de las siguientes fórmulas, muy socorridas todas ellas:
1) aparecer sonrientes con un vaso o botella de algo alcohólico en la mano, saliendo de farra, en algún bareto o discoteca, o en cualquier sitio. Que se vea lo divertido y enrollado que eres. Existen dos subvariantes: aparecer en la foto solo o bien con amigos, que se sepa lo mucho que te aprecian todos y lo bien que se lo pasan contigo. Es que eres el rey de la fiesta! La gente debería morirse de ganas de agregarte como amigo...
2) salir con un bonito paisaje de fondo, transmitiendo que eres una persona sana, deportista y que te mola la naturaleza. Una subvariante es salir con una ciudad conocida de fondo (como los rascacielos de New York, por ejemplo), señal de que eres un incansable viajero de lo más cosmopolita.
y 3) posar en casita con un niño en brazos, para que todos sepan que tu hijo es lo más importante del mundo mundial (aunque, muy probablemente, y debido a las brasas que habrán aguantado sobre ese tema, ya lo sabían). Hay más opciones, pero éstas son bastante frecuentes...

En tu perfil también puedes poner tus grupos de música favoritos, tus pelis favoritas, las actividades que realizas normalmente, los gustos y aficiones que tienes... Además, puedes hacerte fan de cosas (cosas chorras, básicamente) y un largo etcétera. Piensa que el mundo no podría vivir sin saber que has visto todos los capítulos de los Simpson, eres fan de Chuck Norris o que te gusta dormir en pelotas cuando hay luna llena en Tombuctú. Son cosas de lógica... Todos tenemos derecho a la información!

A continuación, una vez preparado el terreno, toca ponerse a buscar amigos como un loco: enviar mensajes a toda la peña para que sepan que tú también estás en féisbuc y que quieres ser amiguito/a suyo. No importa si es gente a la cual no ves nunca, que no soportas, que te hacía la vida imposible o que en realidad te importa un pito; aquí lo que cuenta es tener tropecientos amigos. Nota importante: al acto de hacerte un amigo en el féisbuc se le llama "agregar" en lenguaje feisbuquiano.

Cuando ya tienes a unos cuantos amigotes ahí, dispuestos a cotillear a fondo tu vida (y tú la suya), pasas a la apasionante tarea de feisbuquear en sus diferentes modalidades: dejar mensajes chorras en los "muros" (otra palabra feisbuquiana típica) de la peña, jugar a juegos tontos, comprar gente como mascota, enviar cosas virtuales y sin sentido, rellenar tests chorras como "¿qué tipo de ácido nucleico eres?", mirar fotos de sitios y gente que en verdad te dan igual, y un montón de cosas interesantísimas más.

Estas cositas tan útiles van a ocupar todo tu tiempo, por supuesto, ya que el féisbuc tiene el gran inconveniente de crear adicción. Hay parejas al borde del divorcio por culpa del féisbuc, estoy segura. En cambio otras se han salvado gracias a él, porque mientras estás marujeando las vidas de los demás no tienes tiempo de pelearte con tu pareja, que probablemente también estará marujeando las vidas de otros... Si hay suerte incluso podeis poner datos en común y comentarlos luego, cuando consigáis desengancharos del ordenador. Eso sí: cuidadín con lo que pones en tu "estado". Como tu churri vea que has puesto "situación complicada" en vez de "requeteocupado/a con un/a tío/a superbueno/a", va a haber bronca de las que hacen historia...


Luego también están los "eventos", que son las cosas que se hacen, y los comentarios sobre los eventos cuando ya han pasado. Aquí pasa que si eres un pobre pringui sin féisbuc no te enteras de nada, y la gente a veces no tiene ni la decencia de enviar un triste mail a los marginados que no estamos en la onda para avisarnos. Así que te quedas sin saber cuando hay fiestorrones, juergas o demás por culpa de no tener el féisbuc de los güevos. También puede ser que no te hayan querido invitar porque no les dé la gana aguantarte, pero eso es una cosa muy poco probable. Yo creo que es más bien lo otro. Una injusticia más que tenemos que soportar por no seguir a la masa humana, qué se le va a hacer...

En fin, y así podríamos seguir hasta el infinito. Esto es un mundo lleno de matices. Un universo paralelo al nuestro. Yo es que soy más de enviar mails personales y privados, enseñar mis fotos sólo a quién me dé la gana, y hacer cosas en vivo y en directo. La gente que realmente me importa y a quién le importo ya sabe cómo soy, conocen mis gustos, o más bien están en proceso constante de averiguarlo (y viceversa). Pero últimamente siento que soy una marginada social, una paria de la sociedad. Lo confieso: por mucho que me encanten mis ratos de soledad y que siempre vaya a mi bola, también tengo mi corazoncito y necesito amiguitos que se interesen por mí... snif, snif! Así que nada, a hacerse el féisbuc ese. Aunque lo primero que haga al apuntarme sea fundar un grupo de amigos anti-féisbuc.

Entonces, en pleno arranque de convencimiento, ante el ordenador, a punto de caer en la tentación, entra Meritxell y me dice: "no estás al día, el féisbuc ya está pasado de moda. Es que no te enteras...". ¡¿Como?! Joder, si es que estoy en la parra! Total, que le pregunté lo que se lleva ahora, para ser una avanzada a mi tiempo. Y se ve que ahora están de moda los blogs personales y supercurrados... Pues, viendo éste, lo llevo claro!


miércoles, 3 de junio de 2009

Prohibido prohibir

El otro día vi en las noticias que en Tossa de Mar han prohibido el sexo en la playa por la noche. No me quedan muy claros los detalles de la prohibición en cuestión, pero sí que me queda clarísimo que piensan meter multas bien chungas a quién pillen haciéndose arrumacos y carantoñas en esa playa.

La primera duda que me surge es la siguiente: no se puede hacer sexo de noche, pero, ¿y de día? Del día no han dicho nada, ¿no? Pues hala, como decía una abuela que salía indignadísima en el reportaje: todos a follar a la playa! De día, si hace falta. Viva el amooool! (aunque sea puntual) Y tampoco queda claro si durante un eclipse de sol puede o no puede uno darse el lote... esta ley tiene muchas lagunas y eso va a traer problemas. Si es que se ve venir...

Y otra cosa: ¿esta ley afecta a lo que diríamos dentro del agua? ¿ Qué tiene que decir la ley de costas respecto a este tema? Porque si dos personas (o más) están dentro del mar, muy cerca, muy cerca, muy cerca, pero sin que las partes no sumergidas lleguen a tocarse, el guardia "ponedor de multas" desde la arena no podría ver si en las partes sumergidas hay contacto sexual o no. Tendría que venir un Mosso submarino para ver si hay roce o no hay roce, con sus bombonas de oxígeno y su porra marina, porque en plena noche y desde la orilla, aquello no se puede ver y por tanto el delito no sería demostrable... Y ya se sabe que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario. La justícia es así, las leyes no las he inventado yo.

También me pregunto a qué nivel afecta la prohibición, esto hay que dejarlo bien claro y estipulado desde el principio, que luego pueden haber malos entendidos. Por ejemplo, ¿un piquito estaría permitido, pero un morreo con lengua hasta la campanilla no?, ¿el encontronazo fortuito de una mano con un paquete, un accidente muy frecuente, sería multable? ¿o tiene que haber acoplamiento total?, ¿la cuantía de la multa será la misma por un simple beso en la boca que por la total consumación (y repetición o tripitición) del acto "sesuarl" mismamente en sí mismo? ¿mmmm? Porque yo veo que la cosa no queda nada, nada clara. Y puede haber transgresiones de la ley por ignorancia, más que por maldad. Imaginaos que una persona no sabe si chupar según qué está prohibido o no... Entonces, al chupar con toda la buena fe del mundo, cometería un error inocente basado en la falta de información, y no una infracción con premeditación y alevosía de la susodicha ley. Esto hay que puntualizarlo, ojo al dato!

Otra cosa que me llama la atención es la falta de empatía de los que han aprobado la dichosa ley: ¿qué pasa? ¿que los sin-piso y sin-coche (y sin pasta para un hotel, por supuesto) no tienen derecho a dar rienda suelta a sus instintos? Joder, es que ya no te dejan ni echar un polvo en la playa. Con lo divertido que es eso de que se te cuele la arena por los sitios más insospechados... Y la emoción de arriesgarse a que, en la euforia del momento, te roben el bolso, la cartera y hasta la ropa, y tú allí, dale que te pego, sin enterarte. Luego ya te enterarás, ya... Hoy en día, con los avances tecnológicos que hay, también tienes muchas posibilidades de que te graben en plena acción y acabar apareciendo en el "yu-tiuf" con el culo al aire. Y nos quieren privar de todo esto!! Desalmados, si es que no tienen corazón...

Hay crisis, la playa es un sitio tan socorrido como el que más, y esto deberían entenderlo y respetarlo. Qué poca solidaridad! Poneos en la piel de un/a pobre pringui que lleve todo el año sin pillar, pasando hambre, a dos velas (lo que yo diría "criando filomenas"), y que, por esas casualidades tan cabronas de la vida, ligue en Tossa de Mar pero no tenga coche ni sitio donde ir... Vaya un dramón! Es que se me ponen los pelos como escarpias sólo de pensarlo... En ese caso, yo encontraría muy correcto que el/la candidato/a a salir de la sequía (llámese "el Elegido") se presentase en casa del alcalde o de algún concejal y, después de tocar el timbre como un loco hasta despertarles, dijera educadamente: "Muy buenas. Con su permiso, vengo a lo que sería "de follá" un rato. Que Dios se lo pague con pocos hijos y muchos intentos. " Y que el alcalde, un tío superenrollado y comprensivo, le dejase una habitación (o un trozo de jardín, que en ese estado de desesperación ya se apañarían). Sería únicamente por el bien de la ley! Perfectamente comprensible y admirable, qué consciencia cívica, cuanto respeto por las leyes por parte del "Elegido". Bravo, bravísimo!

Y claro, esta prohibición, como todas las prohibiciones, habrá que señalizarla, digo yo. Cómo en los sitios donde pone "prohibido fumar", que sale un cigarrillo humeante tachado dentro de un círculo rojo. Pues igual, pero en sexo. Saldrán dos monigotes acoplados y con la raya encima, dentro de un círculo rojo para que quede claro que eso no se puede hacer... Venga, toda la playa llena de señales con los monigotes en acción! Y seguro que saldrá alguna maruja puritana quejándose de que sus niños no deberían ver esas guarrerías... La cuestión es quejarse. Además, con estas señales sigue sin quedar claro si prohiben el sexo en general o la postura que salga en el cartel en particular. Puede ser que, por ejemplo, alguien entienda que está prohibido "el misionero", por falta de originalidad y que en Tossa hay más nivel, pero cualquier otra variante del Kama-sutra es válida. Son pequeños malentendidos que podrían pasar y no se han tenido en cuenta...

Pues, visto todo esto, está claro que al final, en la playa o fuera de ella, nos lo prohibirán todo. Prohibido beber, prohibido divertirse, prohibido follar, prohibido jugar al "frisby", prohibido bañarse, prohibido reír, prohibido disfrutar gratis, prohibido ser feliz cuando hay luna llena... Y digo yo: si quieren prohibir el sexo, que empiecen por aplicarse el cuento ellos mismos y dejen de darnos por culo. Con perdón.