No sé si será por el efecto del calor, que me está derritiendo el cerebro, pero últimamente las pocas neuronas que me quedan intactas, libres de intoxicación etílica, se dedican a bombardearme sin tregua. Las muy desagradecidas me machacan sin piedad con un arsenal de cuestiones "transcendentales" y filosóficas que nunca antes me había planteado...
Por ejemplo, el otro día: estaba hablando con Gemma sobre saltar en paracaídas, cuando me di cuenta de que, por un lado, me muero de ganas de probarlo y saber qué se siente, pero por otro no saltaría de un avión en marcha ni loca. Capaz sería yo de tirarme con la mochila de ir a hacer el cabra a la montaña, con el bocata de tortilla y la cantimplora dentro, en vez de con el paracaídas en cuestión. Por suerte estas cosas no suelen pasar, ya que la primera vez te obligan a saltar (iba a decir "tirarte", pero suena fatal) acoplada a un tío que va pegado a ti por detrás... Pero veo que, como siempre, me estoy desviando demasiado del tema, así que dejaremos la explicación del salto en paracaídas para el blog de Gemma, que es la experta (y ahora, unos segundos de publicidad: http://alfinaldelprincipi.blogspot.com).
Volviendo al tema, eso me llevó a darme cuenta de que esta coexistencia de ideas contradictorias en mi alborotada mente es un hecho bastante habitual... sólo que estoy tan acostumbrada a ello, que incluso lo había pasado por alto: lo encuentro normal, pero claro, también me parece muy extraño.
La cuestión es ésta: soy capaz de opinar dos cosas contrarias (y excluyentes) a la vez. No se trata de algo tan simple como la indecisión de pensar primero una cosa y a los dos minutos cambiar de opinión y pensar otra, y así hasta el infinito, no... Se trata de pensar ambas simultaneamente, en el mismo momento y durante períodos prolongados de tiempo.
Tampoco es que no tenga las cosas claras y, al no estar segura, no me decida por una u otra opción y por eso coexistan: es que lo tengo clarísimo, me decido rotundamente por las dos. Y no hay nada que hacer...
Cómo me llamó la atención esta curiosidad, se lo comenté a Mari, otra amiga, y ella lo encontró muy lógico: “Normal: eso te pasa porque eres géminis”, y se quedó tan ancha. Pero claro, a mí no me parece una explicación demasiado válida... Y es que, como buena geminiana, no creo en esto del horóscopo. Ya se sabe que los géminis necesitamos explicaciones algo más científicas y racionales para las cosas. Así que no coló.
Por ejemplo, el otro día: estaba hablando con Gemma sobre saltar en paracaídas, cuando me di cuenta de que, por un lado, me muero de ganas de probarlo y saber qué se siente, pero por otro no saltaría de un avión en marcha ni loca. Capaz sería yo de tirarme con la mochila de ir a hacer el cabra a la montaña, con el bocata de tortilla y la cantimplora dentro, en vez de con el paracaídas en cuestión. Por suerte estas cosas no suelen pasar, ya que la primera vez te obligan a saltar (iba a decir "tirarte", pero suena fatal) acoplada a un tío que va pegado a ti por detrás... Pero veo que, como siempre, me estoy desviando demasiado del tema, así que dejaremos la explicación del salto en paracaídas para el blog de Gemma, que es la experta (y ahora, unos segundos de publicidad: http://alfinaldelprincipi.blogspot.com).
Volviendo al tema, eso me llevó a darme cuenta de que esta coexistencia de ideas contradictorias en mi alborotada mente es un hecho bastante habitual... sólo que estoy tan acostumbrada a ello, que incluso lo había pasado por alto: lo encuentro normal, pero claro, también me parece muy extraño.
La cuestión es ésta: soy capaz de opinar dos cosas contrarias (y excluyentes) a la vez. No se trata de algo tan simple como la indecisión de pensar primero una cosa y a los dos minutos cambiar de opinión y pensar otra, y así hasta el infinito, no... Se trata de pensar ambas simultaneamente, en el mismo momento y durante períodos prolongados de tiempo.
Tampoco es que no tenga las cosas claras y, al no estar segura, no me decida por una u otra opción y por eso coexistan: es que lo tengo clarísimo, me decido rotundamente por las dos. Y no hay nada que hacer...
Cómo me llamó la atención esta curiosidad, se lo comenté a Mari, otra amiga, y ella lo encontró muy lógico: “Normal: eso te pasa porque eres géminis”, y se quedó tan ancha. Pero claro, a mí no me parece una explicación demasiado válida... Y es que, como buena geminiana, no creo en esto del horóscopo. Ya se sabe que los géminis necesitamos explicaciones algo más científicas y racionales para las cosas. Así que no coló.
Esto me lleva a pensar que estoy un poco taradilla, pero claro, ¿y quién no? Total, que a falta de bomberos, a partir de ahora este humilde espacio se convertirá en un blog exclusivamente de ralladas mentales y paranoias metafísicas absurdas. Voy a ser la fuente de las reflexiones más profundas e intelectuales, y centrarme en temas puramente espirituales o racionales. No habrá sitio aquí para lo superficial, materialista, banal y chabacano... Pero no por ello perderé de vista el objetivo original de buscar mangueras y bomberos de forma obsesivo-compulsiva, claro. Eso me recuerda que pronto tendré que pasar la página del calendario bomberil; me pregunto (duda existencial) si el mes de septiembre estará bien o muy bien... Si es que, pudiendo pensar dos cosas, ¿para qué limitarnos a una?