miércoles, 17 de noviembre de 2010

Nunca es tarde si el calendario es bueno


Hoy es un día gris, aquí, en Becaria Busca Bombero. Acabo de ser consciente de un hecho tristísimo, una tragedia horrible, una catástrofe mundial de magnitudes descomunales (únicamente comparable a lo que sería que Carmen de Mairena ganase las elecciones, que Bush fuese elegido Presidente de la Galaxia o que se agotasen las reservas mundiales de chocolate). La cuestión, en realidad, es muy simple: el tiempo pasa volando. No somos conscientes de ello, pero se nos va... los segundos, minutos, horas y días se escapan como resbaladizas anguilas (eléctricas o no) deslizándose en el lodoso río de nuestra existencia.


Y esta terrible crisis está causada por un hecho de vital importancia: se aproxima el 2011 a toda velocidad. El tiempo es como Chuck Norris: no perdona, no tiene piedad. Y las evidencias son así de crueles: hay turrones en el Día desde principios de octubre, las luces de navidad ya están instaladas en las calles (junto a los imprescindibles altavoces para darnos la brasa con los villancicos), por la tele nos acribillan a todas horas con anuncios de juguetes, colonias y otras tontería navideñas, y pronto empezaran a aparecer los primeros papa noeles subiendo por los balcones. Y, sin embargo, a estas alturas, con la Navidad encima: ¡¡¡yo aún no tengo mi calendario de bomberos!!! ¿Pero cómo es posible? ¿Cómo he podido cometer este gravísimo error? ¡Esto es imperdonable!


Vale, al principio tenía excusa porque sufrí un pequeño colapso mental (nada importante, no me han quedado secuelas) al intentar decidir qué calendario bomberil comprar entre los miles posibles. Resulta que la exhibición de mangueras se ha puesto tan de moda que ahora los bomberos de todas las provincias y comunidades autónomas hacen calendarios. Así que cuando empecé a ver que aparecían bomberazos de todos los sitios (que si los de Zaragoza, los de Bilbao, los de Valencia, los de Cantabria... y así hasta el infinito) casi me da una contractura cerebral pensando cuál elegir. Porque está claro que la opción de pillármelos todos no es viable: es lo primero que pensé y, desgraciadamente, tuve que descartarlo, por un lado por falta de pasta, y por otro por falta de tiempo para dedicarle sus merecidas horas de contemplación babeante a cada uno de esos colosos de la erradicación de llamas... Además, tampoco quiero palmarla de deshidratación, que todavía me queda mucho por vivir. Aaaay... ¡si es que no puede ser! No daría abasto, y encima acabaría pidiendo en el metro para pagarme la hipoteca por haberme fundido el sueldo en calendarios.


Así que al final he decidido quedarme con el calendario de los de aquí, que trae fotos (los números dan igual) para dos años, 2011 y 2012, y un “deuvedé” con el “meikin-of” de cómo se hicieron las obras de arte que aparecen en cada mes (las fotos, quiero decir: a las obras de arte bomberiles ya sabrán sus padres, que el universo se lo pague, cómo las hicieron). Pero claro, entre una cosa y otra, que sólo lo venden en ciertas tiendas y no tengo ninguna cerca, pues pasan los días y yo sin mi calendario. Imperdonable en una persona que tiene un blog en honor a los héroes de la extinción de incendios y el rescate de gatos. Intolerable.


Por lo tanto, está decidido: de este fin de semana no pasa que consigo el calendario bomberil. ¡¡A Dios pongo por testigo de que nunca volveré a pasar hambre (de mangueras)!! (musiquilla de “Lo que el viento se llevó” de fondo). Aunque tenga que robar, aunque tenga que pelearme con las abuelillas que hacen cola a las siete de la mañana en cualquier sitio, o con las marujas que intentan chorizarte lo que tú has visto primero (normalmente en las rebajas), aunque tenga que recorrerme medio país quemando las tiendas dónde se haya agotado: ¡lo conseguiré! ¡Ahí queda eso!


jueves, 4 de noviembre de 2010

¡Que viene el papa!


Estos últimos días se está hablando mucho de la visita del Papa, Benedicto XVI. Es un tema candente, de rabiosa actualidad, que da mucho que pensar y todo eso. Hoy, reflexionaremos sobre ello, aunque éste es un blog muy serio y no entraremos en cuestiones banales y superficiales como todo el dinero que se ha despilfarrado en la visita papal, la gente que está a favor, la gente que está en contra, la paralización de media ciudad por un viejo con sotana blanca... ninguna de estas pequeñeces importa.

Aquí hablaremos de lo realmente grave, profundo y fundamental, que es lo siguiente: ¿a estas alturas, aún hay alguien que crea que Dios (si existiera) elegiría como representante suyo en la tierra a un tío tan, pero tan feote como el Bene? No hace falta tener un master en marketing para saber que, hoy en día, todo se vende exclusivamente por su imagen (sólo hay que recordar los clásicos anuncios de coches deportivos con tías buenas en pelotas encima, por poner un ejemplo). La cosa es simple... Dios, en teoría, es omnisciente, osease que lo sabe todo, todo, todo. Así que seguro que está informadísimo de este pequeño detalle de cara a promocionarse y comerle la olla a la peña para que se hagan fans suyos. Es imposible que escoja como representante a un tío que da un miedo que te cagas... De hecho, desde que eligieron papa a Ratzinger Z, el pobre "coco" se ha quedado sin curro; las madres ya no amenazan a los niños con él, sino con el otro, que además les puede hacer cosas peores que llevárselos en un saco...

Porque vamos a ver, sigamos analizando: te viene un tío horripilante y grimosillo como el Bene a soltarte el rollazo de "follar es pecado, no lo hagas. Ves a la iglesia a rezar y darle tu pasta al tío vestido de escarabajo". Y tú, viendo su careto, piensas: "¡los cojones! Como no mojas ni pagando, intentas que todos pringuemos como tú. Mal de muchos, consuelo de tontos...". Y claro, no tiene ninguna credibilidad, el hombre. En cambio, si un tío o tía superbuenos y apañadotes (un bomberazo, por ejemplo) te dicen eso mismo, igual empiezas a plantearte el tema de otra manera (quizá acabas intentando demostrarle que no es cierto, pero esa ya es otra cuestión). La sociedad es así, no la he inventado yo. Al final, el follaje y el dinero mueven el mundo...

En fin, que esto, para mí, es un claro teorema lógico-filosófico demostrativo de que Benedicto XVI no puede ser el representante de Dios en la tierra (exista o no exista Dios). Por tanto, nos están estafando, como siempre. Nos venden la moto. Nos la han "colao" otra vez, vaya.

Así que, visto lo visto, yo propongo lo siguiente: ya que nunca vamos a recuperar toda la pasta que se han gastado en este pufo, invirtamos el dinero del viaje episcopal en mandar al papa y a todos sus amigotes cardenales, obispos, etc al espacio exterior, en un vuelo hiperestelar tripulado con el objetivo de ir a cristianizar, por ejemplo, el planeta Raticulín. Quién sabe, igual allí el Bene conoce a Carlos Jesús, o a Micaé o a Christopher (o a los tres en uno) y surge el amor... Puede que así dejase de dar por culo metafóricamente para pasar a hacerlo literalmente. Y, la verdad, creo que estaríamos todos mucho más contentos.