martes, 27 de octubre de 2009

Me lo temía...

Efectivamente, como tuve la gran suerte de comprobar en persona el otro día, mis peores sospechas se han confirmado. Después de ver a la gente prepararse para celebrar Jalogüín en septiembre, sólo podía pasar esto, era de esperar. La semana pasada, en pleno mes de octubre, iba yo tan incautamente al super a comprar, cuando, de repente .... ¡horrooooor! ¡polvorones por todas partes! Me refiero a polvorones de los de comer, claro, de esos que se te hace una pasta intragable en la boca, y que te comes uno y el resto de la caja acaba caducando en el armario de las galletas... un clásico.

Sí, sí: dos largos meses antes de Navidad (se dice pronto) ya estaban las estanterías de los supermercados a reventar de turrones, mantecados, papa noeles de chocolate.... Pero, ¿estamos locos, o qué? ¿Como puede ser esto? Si faltaban más de dos meses cuando lo vi... Yo, la verdad, ya no entiendo nada. Creo que cada vez estamos más desquiciados.

Pero, lo peor de todo, lo que más traumatizó a mi pobre mente incapaz de comprender horrores semejantes, fue el hecho de que varios papas noeles de chocolate ya habían desaparecido, dejando su hueco correspondiente en la caja. Por tanto, la conclusión a la que llego es la siguiente: la gente ya compra cosas de navidad, a dos meses vista. No sé, igual soy yo, que al ser rarita compro las pocas cosas de Navidad que consumo justo en lo que sería la época de Navidad mismamente... Debería ser más precavida y aprovisionarme antes de papa noeles de chocolate, no vaya a ser que se acaben... ¡menuda catástrofe quedarse sin!

Total, que ya me imagino a todos durante estos dos meses, venga a comer turrones y mantecados... A este ritmo, llegaremos a Navidad con el colesterol por las nubes y pesando cien kilos de más. Cuando la gente aún ni se ha recuperado de las vacaciones, van y nos acribillan con polvorones por todas partes. ¡Cuanta crueldad! ¡Joder con la sociedad de consumo!

Ahora sí que me temo lo peor, pero esta vez no me pillarán desprevenida. Estoy preparada para el duro golpe que nos espera, con todas las armas a punto para luchar contra este horrible ataque psicológico que nos acecha. Será duro, pero lo soportaré: de aquí a ver los jodidos papa noeles subiendo por los balcones no hay más que un paso.


martes, 13 de octubre de 2009

¡Vive y deja vivir!


Grrrr, grrrr, hoy estoy... ¡que muerdo! En pleno síndrome premenstrual, de una mala hostia increíble, y viendo el panorama que me rodea, no puedo evitar preguntarme inútilmente: ¿por qué a algunas personas les gusta tantísimo tocar los cojones al prójimo? ¿mmmmm? Interesante tema que puede dar mucho de sí... ¿Acaso no saben que existe una máxima muy sabia que dice: "Vive y deja vivir"? Pues parece ser que no, no lo saben. O, probablemente, no lo quieren saber...

¿No sería genial que las personas se ocupasen únicamente de sus asuntos y dejasen a los demás respirar tranquilos? Agua que no has de beber, déjala correr, déjala correr... Pero no: hay que hacer como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Aquí podemos ver una clara asociación de refranes populares que tienen en común, aparte de la temática gastronómica, el hecho de ser reales como la vida misma... ¡Aaay, cuanta sabiduría concentrada!

En mi mundo ideal, cada cual se dedicaría a lo suyo, con el respeto mutuo por delante.
En mi mundo ideal, los humanos no se darían por culo los unos a los otros (excepto en el respetable caso de tratarse de una actividad lúdica consentida por ambas partes, claro).
Y, además, en mi mundo ideal la egolatría desaparecería del mapa. Eso de pretender ser el centro de atención de todos a cualquier precio, sería considerado como una infantilidad propia de mentes inmaduras (que es lo que es), en vez de servir para obtener la esperada reacción por parte de los demás. Las personas compartirían recíprocamente y respetando límites, no parasitarían a sus pobres víctimas hasta dejarlas secas de autoestima...
Y, clarísimamente, en mi mundo ideal habría bomberos, muchos bomberos por todas partes.

Sería genial, un mundo así: cada uno centrado en sus cositas, en vivir su vida, en decidir libremente qué hacer (sin putear a los demás, claro), en fluir y ser feliz, en estar satisfecho consigo mismo... y, por supuesto, sin tocar los güevos ajenos. ¡Oh, qué paraíso terrenal! ¡El mismo cielo aquí en la tierra! ¡Mi sueño hecho realidad! Y si encima los bomberos se viniesen a entrenar cada día al mismo gimnasio que yo, ya no necesitaría nada más para vivir en estado de gozo perpetuo... ¡uuaauu, que más se puede pedir!

Utopía pura y dura, claro. Porque, lo que es ahora, nos encontramos cada día con un montón de tocapelotas que no se paran ni un segundo a pensar lo que están haciendo ni a quién están machacando. Y, en muchos casos, ni siquiera lo hacen para obtener un beneficio propio (cosa que igual podría llegar a entender), sino simplemente por capricho, para subir su penosísimo ego o por el mero gusto de joder a los demás. Para colmo de males, no hay suficientes bombero en el mundo mundial (yo lo digo para compensar este triste efecto negativo, más que nada...).

Por desgracia, estamos rodeados de personas que se creen mejores (o con vidas más interesantes) que sus congéneres. Estos parásitos del tiempo, la atención y los sentimientos ajenos, piensan, egoístamente, que el resto de los mortales hemos venido a este mundo para satisfacer todos sus caprichos, escuchar sus lágrimas de cocodrilo y dorarles la píldora... Y encima tendríamos que estar agradecidos por ese gran honor, claro. Personas que, pese a tenerlo todo y bajo un falso aire de inocencia, insisten en marear la perdiz y meter cizaña donde no les incumbe, quizá porque no saben valorar y agradecer las cosas buenas que les ha dado la vida. Quizá porque, aunque aparentemente lo tengan todo, les falta lo más esencial: el respeto y el amor hacia uno mismo. Si no, es que no me lo explico...

Pero bueno, dejémonos de dar alas a toda esta energía negativa: por suerte también existe gente que no es así, sino todo lo contrario. Los bomberos, por poner un ejemplo. Siempre dispuestos a apagar un fuego con su manguera o a bajar un gato del árbol...¡aaaah, que gran ejemplo para la humanidad! ¡Cuanta bondad concentrada en un solo cuerpo!

En conclusión y para terminar, yo sacaría una versión actualizada y personalizada del refrán: en cuestión. Sería algo así: "Vive y deja vivir; folla y deja de joder". Para los interesados en las filosofadas de la vida, ahí queda eso...