martes, 21 de junio de 2011

Superdotados

Hay momentos que no tienen precio. Ayer, por ejemplo, estaba yo felizmente sentada en una terracita, esperando a una amiga para tomarnos juntas unas birrillas, cuando, de repente, la conversación de la mesa de al lado llamó mi atención. No es que sea una cotilla, pero en casos como éste no queda más remedio que sacrificarse, dejar lo que se esté haciendo (si es que se está haciendo algo que no sea gandulear) y ponerse a escuchar atenta y disimuladamente a la vez. Todo un arte, no creáis...

Por lo que pude vislumbrar de refilón (la discreción es lo primero), se trataba de un chico y una chica de veintitantos, y conseguí deducir avispadamente que debían ser estudiantes universitarios (bueno, entre otras cosas porque estábamos en el bar de la Vila Universitaria). Además, en el trozo de conversación que no escuché, porque no era nada interesante, hablaban de exámenes y profesores, confirmando así mis acertadas conclusiones...

Pues, en cierto momento glorioso, oí que el tío le soltaba a la tía (quedándose tan ancho a continuación):
- Yo soy superdotado. No te estoy diciendo que sea superinteligente, no... No es que sea muy inteligente, lo que soy es superdotado.

¡Ole, ole y ole! ¡Joder con el tío! Después de un primer momento de estupor total, me quedé pilladísima, pensando en cómo está la gente (y sus egos), y reflexionando profundamente sobre la modestia y la humildad, esas dos cualidades no muy extendidas, por lo que se ve... Luego llegó mi amiga y tuve que dejar de escuchar, claro. Habría sido muy desconsiderado por mi parte no prestarle la atención que se merece por un ególatra con la autoestima a la altura del planeta Júpiter (bueno, o de Raticulín, que está más arriba).

Pero más tarde, al volver a casa, me vino de nuevo a la cabeza aquella conversación tan surrealista... Y, de golpe, la sombra de la duda atenazó mi mente: ¿y si, tanto insistir en que no se refería a ser muy inteligente, era porque se trataba de otro tipo de superdotado? Una superdotación más palpable que la mental, vaya... A ver si el pobre chaval, animalico, en vez de tener un ego descomunal, lo tenía tan maltrecho que intentaba ligarse a la chica con el argumento más convincente que pudo encontrar. Igual lo que tenía descomunal era otra cosa, y no el ego, precisamente (o eso pretendía hacerle creer a su presa)...

¡Pues claro! Pero que injusta se puede llegar a ser debido a la falta de información, ¿eh? Habría incurrido yo entonces en un grave error: tomar por vulgar soberbia la triste desesperación por comerse una rosca. Y es que, en tiempos de crisis, cualquier técnica, si acaba resultando efectiva, puede ser buena.

martes, 14 de junio de 2011

Clasificando

Estaba el otro día quemando tarjeta en el Decathlon (una de mis dos grandes debilidades consumistas, junto con las librerías), cuando me di cuenta de una cosa muy curiosa, que hasta entonces me había pasado inadvertida: parece ser que existe una clasificación científico-deportiva de la peña que corre. Sí, sí: resulta que un corredor puede ser neutro, pronador o supinador, según cómo apoye el pie y con qué zona de la planta tome impulso al dar la zancada.

Pues se ve que el 50% de la gente es neutra, el 45% pronadora y el 5% supinadora. Yo, de esto, no tenía ni pajolera idea: pensaba, incauta de mí, que los corredores se clasifican en "raudo y veloz como el rayo", "corre que se las pela", "velocidad de crucero", "va tirando", "más lento que el caballo del malo" y "lento de cojones". Pero no, la cosa es mucho más técnica, y hasta existe una prueba específica para saber qué tipo de corredor eres, y todo...

Debo confesar que esto de la prueba sonaba muy interesante; no todo el mundo puede decir que se ha hecho una prueba para saber su nivel de supinería o pronadismo... de cara a un futuro, podría ser una información útil, muy útil (por lo menos para fardar un rato o contraatacar cuando alguien me hablase de cosas que no sé lo que son, como la manicura francesa, por poner un ejemplo). Así que ya me imaginaba conectada a un montón de electrodos por todo el cuerpo, con sensores de infrarrojo en las suelas de unas bambas especiales y megaguays, y monitoreada por un escáner acoplado a un superordenador ultrapotente que se encargaría de recopilar los datos, procesar, analizar y acabar diciendo: "tú, eres una supina de dos pares de coj... narices". O algo así.

Pero no: resultó que la prueba consistía en correr por el Decathlon con el tío de la sección de bambas mirándote. Y también en observar qué zona está más gastada en la suela de tus bambas usadas... en fin, sofisticado a tope, ya lo veis. Lo último en tecnología punta, vaya. Pero claro, un sábado por la tarde, con el Decathlon a reventar de niños corriendo, saltando y jugando a pelota por todas partes, resulta más bien imposible hacerse la dichosa prueba...

Y además, sólo te la hacen si eres un tío: para los tíos existen diferentes modelos de bambas según la categoría de corredor que seas, pero para las tías no. Para tías hay poquísimo repertorio a elegir: cuatro modelos básicos, la mayoría en rosa, y va que chuta. Horrible. Nada de bambas neutras, pronadoras o supinadoras, ni de los doscientos mil modelos entre los que pueden elegir los hombres. Eso sí, en cambio para las mujeres hay unas bambas que, en teoría, sirven para currarte un buen culo si las usas. Curioso, sí señor... y digo yo que el culo se reafirmará por el caminar o por el correr en sí, pero resulta que, según ellos, no: que es por las bambas. Si es que manda cojones, tiene tela la cosa...

Y joder, no es justo, porque yo también quería saber si soy neutra, pronadora o supinadora, y no tener que conformarme con desarrollar mi culo hasta su máximo esplendor... Mi duda es si, en un futuro, también habrá pruebas para saber qué tipo de bamba necesitas en función del culo que tienes. Existirían varias categorías posibles: culo plano o inexistente, respingón, de acero y modelo portaaviones. La prueba también consistiría en correr por el Decathlon con el encargado de las bambas mirándote, y en base a eso y al desgaste y tallaje de unos tejanos ajustados, te clasificarían en: "tabla", "respingón/a", "gluteos de acero" o "megaculo". Y entonces te comprarías las bambas adecuadas, a efecto de aprovechar al máximo el impacto y la energía de la zancada sobre tu estructura culera personal.

No estaría mal, ¿no? Ya me lo imagino: "Oye, y tú, ¿de qué trabajas?" "Clasifico culos en el Decathlon. Un trabajo durísimo, pero, en fin, ya sabes, alguien tiene que hacerlo". Hay que fomentar el empleo, ¿no? Que hay mucha crisis, coñe. Eso sí: yo, las bambas para potenciar y perfeccionar el culo, las fabricaría tanto en versión femenina como masculina, claro. Todos tenemos derecho a mejorar nuestra retaguardia... Aquí, discriminaciones, ¡ninguna!