martes, 12 de octubre de 2010

Las mujeres que escriben son peligrosas

Este fin de semana he tenido el placer de leer un interesante librillo titulado "Las mujeres que escriben también son peligrosas", de Stefan Bollman. Cito textualmente una reseña del libro: "Si “las mujeres que leen son peligrosas” (como aseguraba un primer libro de esta editorial), ¿qué decir de las mujeres que se han empeñado en ser escritoras en un mundo lleno de prejuicios que no las tomaba en serio? Un libro que hace un recorrido por autoras de todas las épocas."

Pues, básicamente, resulta que antes tenía muchísimo mérito eso de ser mujer y dedicarse a la literatura, cuando se suponía que tu única función en la vida era cuidar de tu maridito (hacerle comiditas y esas cosas, supongo) y tener hijos como si fueses una coneja. Las pobres desgraciadas, para escribir, tenían que hacerse pasar por tíos (eso si el caradura del marido no se apropiaba directamente de su obra), o renunciar a la supuestamente respetable vida de esposa y madre, o, si tenían pasta y un marido con paciencia, no renunciaban a nada pero estaban muy mal vistas.

El de la mujer en la literatura no es un caso único. A lo largo de la historia también han destacado otras minorías en todo tipo de campos: mujeres, gente de color, obreros oprimidos, enfermos, excéntricos que iban contra los cánones de su época, pirados que se cortaban la oreja... en fin, cualquier persona que se saliera de lo habitual y establecido acababa creando un estilo propio y alcanzando la gloria.

La cuestión es que todas estas personas, aunque no lo parezca, tenían una suerte de la hostia: contaban con una motivación extra para hacer lo que hacían. Y acababan triunfando y siendo valorados, aunque fuera cuando ya estaban criando malvas y les importaba todo una mierda (pero a los herederos no, claro). Y vale, seguro que en su momento las pasaban canutas, no digo que no. Pero después... ¡la inmortalidad! Ser una mujer que se saltaba las estrictas normas de la época, una rebelde de espíritu atormentado que lucha contra las injusticias de la sociedad... ¡Aaaay! ¡Si es que suena genial!

En cambio, actualmente, la cosa ha cambiado un montón: todo el mundo escribe, pinta, hace fotos, tiene un blog, colecciona chapas de cava, se dedica al encaje de bolillos... ¡Así es imposible destacar! Cada vez que decides hacer algo, seguro que encuentras tres millones cuatrocientas cincuenta y siete mil personas que ya lo han hecho antes (o a la vez). ¡Es que no hay alicientes! ¿Que eres mujer? No importa, te valoran igual. Si eres pobre, negro, chino, o pijo también. Y si estás oprimido por la hipoteca (o por los cabrones del banco), da igual: todo el mundo está en la misma situación, así que no tienes ningún mérito, ni siquiera el de ser el primer hipotecado que escribe una obra maestra de la literatura universal (probablemente una recopilación de todas las formas de tortura y asesinato aplicables a cabrones del banco habidas y por haber...).

Resulta que ahora, si eres un excéntrico que va contra los cánones de la sociedad, sólo eres uno más de los tropecientos mil excéntricos que van contra los cánones de la sociedad, y la sociedad no se dará ni cuenta de que existes. Además, ahora ser "rarito" es lo normal, así que los que realmente romperían moldes serían los "normalitos". Pero claro, como ya no se sabe qué es normal y qué no, pues nada, que no hay manera... Hay que joderse.

¡Y es que la vida no es justa! A ver: yo también tengo derecho a que dentro de mil años exista un grupo musical ñoñil con el nombre de alguna parte de mi cuerpo, ¿no? ¿Y que hay de obligar a millones de niños del mundo mundial a memorizarse mi nombre y mis obras cuando estudien literatura? ¿Y lo de salir como asignatura obligatoria en el temario de las opos de todos los bomberos futuros? ¿ein? Eso sería lo mínimo... luego de los monumentos y las calles con mi nombre, ya hablaríamos. Pero no, claro: como ahora tenemos toda la libertad posible para escribir, pues hala, ya solo hay que guiarse por un criterio tan insignificante como el valorar si escribes bien o no... Porelamordediós.... ¡Cómo si eso fuera lo más importante! ¡Cuanta injusticia, señor, cuanta injustícia! ¡Si es que no hay derecho, hombre!

2 comentarios:

ester_kandi dijo...

Por lo menos hay alguien que ha conseguido destacar en este mundo cruel... Belen Esteban!!!

Ya verás cuando llegue a presidenta de España... vamos a salir en todos los libros de historia mundial :)

Magrat dijo...

Dona, jo estava pensant més aviat en una nova Virginia Woolf, una Simone de Beauvoir, una Marie Curie... Belen Esteban no entrava en els meus esquemes.

Però en fi... si al final aquesta és la nostra única aportació a la història universal, ja em plantejaré si em tallo les venes o me'n vaig a fer vot de silenci (oral i escrit) a un convent de clausura.

jejeje!!!